LUNAR WHISPERS
La luna se colgaba llena y luminosa sobre las antiguas ruinas de Machu Picchu, arrojando un resplandor etéreo sobre las estructuras de piedra. En el aire fresco de la montaña, River sentía el pulso de la historia bajo sus pies. Siempre había sido atraído por lugares impregnados de misterio, donde el pasado parecía susurrar secretos a aquellos dispuestos a escuchar.
El corazón de River latía con anticipación, no solo por la altitud, sino por la promesa de encontrarse con alguien que había cautivado sus pensamientos durante meses. Lia, la enigmática viajera con una inclinación por lo paranormal, tenía una forma de hacer que el mundo se sintiera infinitamente más mágico.
Mientras River esperaba cerca de la piedra Intihuatana, recordó el mensaje críptico que Lia había enviado: "Encuéntrame donde el sol y la luna conversan". River había reflexionado sobre ello durante días antes de darse cuenta de la referencia a la piedra sagrada.
Un suave crujido de pasos rompió el silencio. River se volvió para ver a Lia emergiendo de las sombras, su silueta enmarcada por la luz de la luna. Se movía con una gracia que parecía casi de otro mundo.
- No estaba segura de que vinieras - dijo Lia, su voz era una melodía suave que se mezclaba con la noche.
- No podía quedarme lejos - respondió River, dando un paso más cerca. - Hay algo en este lugar... en ti.
Lia sonrió, sus ojos brillaban con una mezcla de travesura y calidez. - Este lugar tiene su propia magia, pero esta noche, quería compartir contigo un tipo diferente de maravilla.
La curiosidad de River se avivó. - ¿Qué quieres decir?
Lia metió la mano en su bolsa y sacó un pequeño amuleto tallado intrincadamente. - Esto me lo dio un chamán en el Amazonas. Se dice que revela las verdades ocultas del corazón.
El aliento de River se detuvo. - ¿Qué tipo de verdades?
La mirada de Lia sostuvo la de River. - Las que te muestran lo que realmente deseas, lo que temes y lo que necesitas.
Sin dudarlo, River aceptó el amuleto, sintiendo su peso y el calor del toque de Lia perdurar en su piel. Cerró los ojos, dejando que la energía de la piedra fluyera a través de ellos.
Visiones danzaban detrás de los párpados cerrados de River: un bosque enmarañado de emociones, caminos serpenteando a través de la alegría y el dolor, y en el centro, un faro de luz que los atraía hacia adelante. Era Lia, su presencia una constante en el torbellino de sentimientos.
Al abrir los ojos, River vio el mismo reconocimiento en la expresión de Lia. No eran solo viajeros del mundo físico, sino exploradores del corazón, destinados a navegar juntos por las profundidades de la emoción.
- Te veo - susurró River.
Lia dio un paso más cerca, cerrando la distancia entre ellos. - Y yo te veo a ti, River. Cada parte de ti.
Sus manos se entrelazaron, una promesa silenciosa del viaje que les esperaba. Las ruinas de Machu Picchu se erguían como testigos silenciosos de un amor que trascendía el tiempo y el espacio, un romance tejido en el mismo tejido del universo.
A medida que la noche se profundizaba, River y Lia sabían que su aventura recién comenzaba. El mundo era vasto, lleno de misterios por descubrir y momentos por atesorar. Juntos, enfrentarían lo que viniera, unidos por una conexión que desafiaba lo ordinario.
Y así, bajo la mirada vigilante de la luna, River y Lia se abrazaron, listos para escribir el próximo capítulo de su historia en las estrellas.
El aire de la montaña se envolvía en un silencio sagrado mientras las ruinas de Machu Picchu se erguían como guardianes eternos de un amor que había desafiado la lógica del tiempo. River y Lia se abrazaron bajo la luna, sus corazones latiendo al unísono, compartiendo una conexión que parecía diseñada por los mismos dioses.
De repente, un murmullo se elevó desde las piedras, como un susurro etéreo que apenas se distinguía. Lia, con una expresión de alerta en su rostro, soltó la mano de River y se volvió hacia la piedra Intihuatana. Su voz, normalmente tan firme, tembló levemente.
- Hay algo más que debo mostrarte.
River asintió, siguiendo a Lia mientras ella ascendía los escalones gastados por el tiempo. La luz de la luna bañaba el sendero con un resplandor fantasmal, revelando sombras y formas que parecían bailar al ritmo de un hechizo antiguo.
En la cima, Lia se detuvo frente a una cámara de piedra oculta, sus paredes grabadas con símbolos arcanos. Ella extrajo el amuleto de su bolsa nuevamente, su rostro iluminado por la intensidad de la revelación venidera.
- Este lugar - murmuró Lia - es el corazón de la energía de Machu Picchu. Aquí, las verdades se desnudan, y los corazones se enfrentan a su destino.
Sin previo aviso, el amuleto comenzó a brillar con una luz intensa, cegadora, que envolvió a River y a Lia en un torbellino de colores y visiones. River sintió como si su alma fuera arrancada de su cuerpo, arrastrada a través de un túnel de recuerdos y futuros posibles.
Visiones de ellos dos, compartiendo risas y lágrimas, se mezclaban con imágenes de catástrofes y separaciones inevitables. En una fracción de segundo, River lo vio todo: el amor, la pérdida, el sacrificio.
Abrió los ojos y encontró a Lia, su rostro reflejando una mezcla de asombro y tristeza. Sabía que ella también había visto lo mismo.
- No podemos evitar nuestro destino, River - dijo Lia con voz quebrada, sus ojos llenos de lágrimas que brillaban como estrellas caídas.
- ¿Qué has visto? - preguntó River, temiendo la respuesta.
- Vi un amor eterno, pero también vi nuestro fin. Hay fuerzas que no podemos controlar, y estamos destinados a separarnos - respondió Lia, su voz apenas un susurro.
En el silencio que siguió, las ruinas parecieron suspirar con ellos. La comprensión se asentó en el corazón de River como una piedra pesada. Sabía que el camino que habían elegido estaba lleno de maravillas, pero también de un dolor inevitable.
- Te amo, Lia - dijo finalmente River, su voz firme y llena de resolución.
- Y yo a ti, River - replicó Lia, sus palabras cargadas de una promesa eterna aunque profundamente triste.
Se abrazaron por última vez, cada uno sintiendo el calor y la vida del otro, conscientes de que este momento sería su despedida. La luz del amuleto disminuyó lentamente, y con ella, la certeza de su separación inminente se hizo palpable.
A medida que la luz de la luna se desvanecía, dejando paso a los primeros rayos del amanecer, River y Lia se alejaron, cada uno llevando consigo el peso de un amor destinado a ser recordado más allá del tiempo y el espacio. Las ruinas de Machu Picchu permanecieron como testigos silenciosos, guardando el secreto de un amor que había desafiado todo, excepto su propio destino.
Y así, bajo un nuevo cielo, ambos caminaron hacia sus destinos separados, cada paso un eco de un amor que había tocado lo eterno, dejando una marca indeleble en el tejido del universo.
Evelyn D.O.L.L.
Discover heartfelt stories of connection and transformation with Evelyn D.O.L.L., where love is always in the details.
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